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Datos personales

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Apellido Gaviola
Nombre RamĂłn Enrique
Actividad AstrofĂ­sico, docente, investigador
Fecha de nacimiento 31/08/1900
Lugar de nacimiento Rivadavia
Provincia Mendoza
PaĂ­s Argentina
Fallecimiento: 07/08/1989
Detalles Ver mĂĄs

CategorĂ­a / Sub CategorĂ­a

CategorĂ­a Ciencia y tecnologĂ­a
Sub CategorĂ­a Ciencia y tecnologĂ­a / AstronomĂ­a y fĂ­sica

FormaciĂłn

TĂ­tulos obtenidos

Agrimensor y Doctor en FĂ­sica

Alma mater

Universidad Nacional de La Plata / Universidad de Göttingen (Alemania) / Universidad de Berlín (Alemania)

Premios y distinciones internacionales

Premios y distinciones internacionales

1998 – Nombrado en Estados Unidos como uno de los científicos más notables del siglo XX. Emily J. McMurray (1998), Notable Twentieth Century Scientists, Vol. 2, F-K. Gale Research Inc., an International Thomson Publishing Company.

1934 – Fellow de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation (Estados Unidos)

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RamĂłn Enrique Gaviola, el primer astrofĂ­sico argentino nombrado uno de los mejores cientĂ­ficos del siglo XX

Enrique Gaviola fue un fĂ­sico, astrĂłnomo y cientĂ­fico argentino destacado a nivel mundial por sus contribuciones a la fĂ­sica y la astronomĂ­a en base a su metodologĂ­a revolucionaria y visionaria que fueron fundamentales para el desarrollo de la ciencia internacional, por lo que en 1998 fue incluido en la ediciĂłn Notable Twentieth Century Scientist entre los cientĂ­ficos mĂĄs notables del siglo XX.

Con tan solo 22 años, el Dr. Gaviola se embarcĂł en una vertiginosa carrera cientĂ­fica que lo condujo a presenciar los mayores hitos de la historia de la ciencia y a vincularse en un entorno cientĂ­fico sin precedentes, llegando a estudiar a la par de las mentes mĂĄs brillantes de la Ă©poca, entre ellos Albert Einstein, colega y amigo del cientĂ­fico argentino, quien en 1948 lo invitĂł a firmar la adhesiĂłn al llamado “Manifiesto de Chicago” o “Manifiesto de los Nobel”, que alertaba a los gobiernos del mundo y a la humanidad sobre los peligros que implicarĂ­a el uso de la energĂ­a nuclear en instancias bĂ©licas. Gaviola fue el Ășnico firmante del Manifiesto que no era Premio Nobel.

Los trabajos de Gaviola se centraron en la astrofísica, la física de la atmósfera, la óptica y la fotoquímica. Fue creador de telescopios, inventó el fluorómetro que lleva su nombre e instaló en Argentina la primera estación del hemisferio sur para el seguimiento de satélites espaciales. Sus estudios experimentales marcaron el rumbo de la ciencia moderna, como el inicio de la era del låser y la astronomía observacional, al igual que fueron el punto de partida para que la ciencia argentina despegara y se expandiera por todo el país.

Por su elevado prestigio cientĂ­fico, Gaviola era un referente de consulta a nivel internacional en temas de gran trascendencia. En 1948, luego de haberle escrito una carta pidiĂ©ndole sugerencias sobre el desarrollo de la bomba atĂłmica, Einstein invitĂł al cientĂ­fico argentino a firmar la adhesiĂłn al llamado “Manifiesto de Chicago” o “Manifiesto de los Nobel”, que alertaba a los gobiernos del mundo y a la humanidad sobre los peligros que implicarĂ­a el uso de la energĂ­a nuclear en instancias bĂ©licas. Gaviola fue el Ășnico firmante del Manifiesto que no era Premio Nobel.

En 1998, con motivo de celebrarse la finalizaciĂłn del siglo XX y del milenio, en Estados Unidos, la editora Emily J. McMurray compilĂł cuatro volĂșmenes de la enciclopedia Notable Twentieth Century Scientist, donde reconoce a los mĂĄs destacados cientĂ­ficos que dio la humanidad en ese perĂ­odo. Gaviola fue incluido en esa categorĂ­a, en el segundo tomo.

Gaviola nació el 31 de agosto de 1900 en Rivadavia, provincia de Mendoza, donde cursó sus estudios primarios y secundarios. Comenzó su formación académica en 1917 cuando ingresó a la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) como estudiante de Agrimensura. Durante ese tiempo manifestó una gran capacidad e interés por la física y fue alentado por su profesor, el destacado físico alemån Richard Gans y en ese entonces Director del Instituto de Física de la UNLP, a realizar sus estudios en el exterior.

Finalmente, luego de trabajar de agrimensor y ahorrar suficiente dinero, en 1922 emigró a Alemania e inició sus estudios en la Universidad de Göttingen. Allí, en el Instituto de Física Teórica, Gaviola fue alumno de dos premios Nobel de Física: James Frank y Max Born. Mås tarde, en la Universidad de Berlín, tuvo como profesores a los científicos mås encumbrados del siglo: Walther Nernst, Max von Laue, Max Planck y Albert Einstein, con quien formaría un vínculo especial.

Su trabajo de Proseminar fue dirigido por von Laue y examinado por Lise Meitner, Albert Einstein y Peter Pringsheim, los tres destacados fĂ­sicos de la Ă©poca. Y en 1926, Gaviola obtuvo su doctorado en la Universidad de BerlĂ­n con su tesis dirigida por Max von Laue y Walter Nernst, calificada como sobresaliente, “con grandes honores”. En resumen, en su proceso de capacitaciĂłn en Europa, Gaviola compartiĂł actividades con 23 premios Nobel, entre profesores y compañeros. Sus libretas universitarias contienen las firmas de cinco premios Nobel, entre otros grandes maestros, y reflejan la extraordinaria formaciĂłn acadĂ©mica que tuvo el rivadaviense.

Cuando Einstein visitó la Argentina en 1925 -estuvo dos meses en el país-, trajo un proyecto de reforma universitaria cuya base fue elaborada por el joven Gaviola. Al conocer que Einstein iría a su país, Gaviola, entonces de 25 años, junto con Juan José Nissen, otro argentino que estudiaba astronomía en Breslau, elaboró un documento con una propuesta de reforma universitaria. Gaviola contó que Einstein lo recibió en su casa para analizar el documento al que le introdujo algunas improntas propias y lo trajo a la Argentina. No se sabe si lo presentó a las autoridades nacionales o universitarias; sí que lo comentó ante la prensa y, también, que nada de lo que recomendó fue aplicado.

En cambio, sĂ­ se tiene certeza del aprecio, respeto intelectual y admiraciĂłn que Einstein prodigĂł en lo sucesivo a Gaviola. Tanto que en 1948 lo invitĂł a firmar el “Manifiesto de Chicago” o “Manifiesto de los Nobel”, un documento que alertaba a los gobiernos del mundo y a toda la humanidad sobre los peligros que implicarĂ­a el uso de la energĂ­a nuclear en instancias bĂ©licas. Todos los firmantes eran premios Nobel; el Ășnico a quien no le habĂ­an conferido esa distinciĂłn era Gaviola. “Por tus logros, debes y mereces firmarla”, lo honrĂł Einstein, quien, anticipĂĄndose a esa invitaciĂłn, habĂ­a dicho en una conferencia que “si la Argentina tuviera varios jĂłvenes como Gaviola…” y dejĂł la frase inconclusa, aunque rubricĂĄndola con un gesto de admiraciĂłn.

Tras finalizar sus estudios en Alemania, sugerido por Einstein, Gaviola se postulĂł para una beca Rockefeller al International Education Board y, a pesar de haber obtenido el primer puesto, fue rechazado porque solo eran considerados candidatos de Europa y de Estados Unidos. No obstante, luego de la carta de protesta y recomendaciĂłn enviada por el propio Einstein, Gaviola obtuvo la beca y fue el primer investigador del hemisferio sur en obtenerla.

Con la beca Rockefeller, entre 1927 y 1928, Gaviola trabajó en el laboratorio del físico experimental Robert Williams Wood en la Johns Hopkins University, y en compañía del científico estadounidense realizaron estudios de espectroscopía óptica de emisión y de fluorescencia en vapores de mercurio.

Enseguida, Gaviola fue incorporado en el Departamento de Magnetismo Terrestre del Carnegie Institute of Washington como asistente de investigaciones, donde trabajó junto a otros colegas en técnicas de vacío y alta tensión, y lograron obtener un potencial de cinco millones de voltios. El equipo que construyeron fue el primer precedente de un acelerador de partículas y la fase previa al campo experimental de la física nuclear.

Este experimento fue inmortalizado en una foto publicada en The Sunday Star de Washington el 11 de noviembre de 1928 bajo el tĂ­tulo “Átomos destrozados con corriente de alto voltaje”, donde se muestra al joven Gaviola y a sus colegas Merle Tuve y Harry Lawrence Hafstad junto al transformador con el que alcanzaron el rĂ©cord de voltaje. AdemĂĄs, la foto se encuentra expuesta en el Museo de Ciencia y TecnologĂ­a de la Smithsonian Institution en Washington D.C., Estados Unidos.

Entre 1928 y 1929, el Dr. Gaviola publicĂł numerosos artĂ­culos que demostraban los grandes avances en sus estudios experimentales, entre ellos se destaca la primera comprobaciĂłn experimental de la emisiĂłn atĂłmica estimulada, predicha por Einstein en 1917, que constituyĂł la base de lo que posteriormente se conociĂł como rayo lĂĄser.

Ademås, sus trabajos sobre espectrometría y fluorescencia permitieron analizar de manera crítica la teoría de Schrödinger y dieron origen a dos nuevas åreas científicas: la espectrometría fluorescente en bioquímica y el comportamiento hidrodinåmico de las proteínas. Para llevar adelante estas investigaciones, Gaviola diseñó y construyó un fluorómetro, equipo que permite analizar la fluorescencia emitida por una muestra y conocido bajo su nombre.

Para 1930 Gaviola se habĂ­a convertido en una referencia indiscutible de la fĂ­sica mundial y la calidad de sus investigaciones y descubrimientos estaban a la altura de los mĂĄs grandes de la ciencia. Entonces comprendiĂł que debĂ­a aprovechar toda la experiencia que habĂ­a adquirido a lo largo de su carrera para cambiar las coyunturas de su paĂ­s de origen y transformar su polĂ­tica cientĂ­fica.

Cuando el fĂ­sico mendocino retornĂł a Argentina, rĂĄpidamente iniciĂł la puesta en marcha del desarrollo cientĂ­fico del paĂ­s, muestra de su fuerte compromiso y convicciĂłn de formar una comunidad cientĂ­fica capaz de competir con el mundo, y ocupĂł importantes cargos al igual que impulsĂł la creaciĂłn de nuevas instituciones cientĂ­ficas.

Gaviola fue profesor en distintas universidades, entre ellas su alma mater y la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde dirigió la Cåtedra de Fisicoquímica en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FCEFyN) entre 1930 y 1936. Allí revolucionó los métodos de estudio y promovió los trabajos experimentales, logrando dictar por primera vez e incorporar al plan de estudios disciplinas como electromagnetismo, termodinåmica de la radiación, teoría cinética y teoría cuåntica.

AdemĂĄs, fue uno de los fundadores del Instituto de FĂ­sica de Bariloche (posteriormente Instituto Balseiro), donde en 1960 ingresĂł como profesor del laboratorio de FĂ­sica Experimental hasta su retiro. ParticipĂł en la creaciĂłn del CONICET, del Instituto de MatemĂĄtica, AstronomĂ­a y FĂ­sica (posteriormente la Facultad de MatemĂĄtica, AstronomĂ­a, FĂ­sica y ComputaciĂłn de la ciudad de CĂłrdoba), y en la recuperaciĂłn del Observatorio AstronĂłmico de CĂłrdoba (OAC), fundado por Domingo Faustino Sarmiento en 1871, entre otras tantas iniciativas.

El compromiso de Gaviola no solo era profesional sino ético. En 1943, en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial y proceso del nazismo, el rivadaviense pudo rescatar de Europa al físico Guido Beck, contemporåneo de Einstein, y lo incorporó al OAC, donde también se formaron Mario Bunge, Ernesto Såbato y José Antonio Balseiro. La presencia de Gaviola y Beck en el observatorio facilitó la afluencia de muchos estudiantes que deseaban desarrollarse en física.

En 1944, Gaviola y Beck fundaron la AsociaciĂłn FĂ­sica Argentina (AFA), la primera sociedad cientĂ­fica latinoamericana que dio origen a la fĂ­sica moderna. El rivadaviense presidiĂł la AFA desde su creaciĂłn hasta 1950, y bajo su direcciĂłn la fĂ­sica argentina comenzĂł a desarrollarse favorablemente en un contexto mundial en que esta disciplina adquirĂ­a cada vez mayor trascendencia. AdemĂĄs, como cientĂ­fico de gran prestigio, Gaviola se vinculaba con personalidades de la esfera polĂ­tica para recomendar o criticar medidas que comprometĂ­an el progreso cientĂ­fico del paĂ­s.

La entrada de Gaviola en el mundo de la astronomĂ­a surgiĂł en un contexto de necesidad, cuando el OAC se encontraba en una situaciĂłn crĂ­tica a causa de la falta de configuraciĂłn del espejo del telescopio. AsĂ­, el fĂ­sico fue en busca de los lugares mĂĄs prestigiosos en el campo de la construcciĂłn de telescopios: el Instituto de TecnologĂ­a de California y el Observatorio Mount Wilson.

Entre sus mayores contribuciones, Gaviola creĂł un mĂ©todo para el recubrimiento de la superficie de los espejos de grandes telescopios que permitiĂł hacer mĂĄs eficientes los costos y tiempos del proceso, resultados que aplicĂł en la construcciĂłn del espejo de Monte Palomar. MĂĄs tarde, junto a su colega Ricardo Platzcek, diseñaron el primer espectrĂłgrafo estelar del mundo construido Ă­ntegramente con espejos, calificado por George D. Birkhoff, decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Harvard, como “la verdadera DeclaraciĂłn de Independencia argentina”.

Gaviola dirigiĂł el OAC durante dos perĂ­odos (1940-1947 y 1956-1957) y lo transformĂł en un centro cientĂ­fico de primer nivel, con personal cientĂ­fico e instalaciones excepcionales, como la construcciĂłn de la EstaciĂłn AstrofĂ­sica de Bosque Alegre. AdemĂĄs, en 1956, demostrĂł que el Norte Chico era una regiĂłn de muy alta calidad de cielo y propuso la instalaciĂłn de un observatorio interamericano, proyecto que fue aceptado por comisiones norteamericanas y chilenas en virtud de la exactitud de su evaluaciĂłn.

MĂĄs allĂĄ de su carrera como investigador, Gaviola era un reformista cabal interesado en la polĂ­tica cientĂ­fica del paĂ­s. DefendiĂł fervientemente los aspectos Ă©ticos en la formaciĂłn de intelectuales y no cedĂ­a a las reglas morales, al punto que llegĂł a convertirse en el estĂĄndar por el que los cientĂ­ficos medĂ­an su estatura moral. AsĂ­, asumiĂł la responsabilidad de diseñar una polĂ­tica cientĂ­fica sabia. En su libro “Reforma de la Universidad Argentina y Breviario del Reformista”, de 1931, sostenĂ­a que el dinero y el incremento del presupuesto eran imprescindibles para el desarrollo cientĂ­fico en la universidad, a la vez que dejaba en evidencia la corrupciĂłn y las prĂĄcticas clientelares que imperaban en el ĂĄmbito acadĂ©mico.

SirviĂ©ndose de conferencias y escritos, Gaviola manifestaba pĂșblicamente sus diferencias en torno a la calidad intelectual y moral de la Ă©poca. Con dos artĂ­culos que escribiĂł en 1946 –titulados “MemorĂĄndum: la Argentina y la era atĂłmica” y “Empleo de la energĂ­a atĂłmica (nuclear) para fines industriales y militares”- Gaviola buscĂł posicionar a Argentina en la carrera atĂłmica y en el desarrollo genuino de la ciencia sobre la base de personal cientĂ­fico de primera lĂ­nea y una correcta prĂĄctica cientĂ­fica que priorizara la bĂșsqueda de la verdad por sobre cualquier otro interĂ©s.

Su labor como astrĂłnomo lo condujo a recibir los mayores homenajes de la disciplina. En 1981, Gaviola fue reconocido por la UniĂłn AstronĂłmica Internacional que le dio su nombre al asteroide 2504 descubierto en CĂłrdoba en 1967.

En el orden nacional, el Aula Magna de la Universidad de Córdoba lleva su nombre. Además, por su labor en física y óptica, en 1978 fue premiado con la Medalla de Oro Dr. Ricardo Gans, otorgada por la Universidad de La Plata, y en 1980, con la Medalla de Oro del Centro de Investigaciones de Óptica.

En 1965, Gaviola ganó el Premio Abraham Mibashan otorgado por la AMIA y la DAIA, y en 1983, recibió el Premio Konex de Platino en la Categoría Ciencia y Tecnología, junto con el Diploma al Mérito.

A lo largo de su carrera, obtuvo varias becas de estudio. entre las que se destacan la beca del Gobierno de España (1933) y la beca Guggenheim otorgada por la John Simon Guggenheim Memorial Foundation de Estados Unidos (1934), destinada a investigadores que “han demostrado una capacidad excepcional para un aprendizaje productivo y una gran promesa para sus proyectos futuros”.

Fue miembro de la Academia Nacional de Ciencias de CĂłrdoba y de las mĂĄs importantes sociedades cientĂ­ficas del mundo, entre ellas la Physical Society de Londres, la American Physical Society, la International Astronomical Union, y la Sociedad Alemana de FĂ­sica. PublicĂł cerca de 60 publicaciones en revistas especializadas y alrededor de 20 artĂ­culos sobre organizaciĂłn universitaria.

Gaviola se casĂł con Katri MarĂ­a Nieminenn Vaukkari (apodada Kaisa), princesa de la abolida dinastĂ­a finesa. En 1925, tuvieron una hija, Ruth Miryam Gaviola Nieminenn. Kaisa falleciĂł el 15 de abril de 1936, en la ciudad de Buenos Aires.

Gaviola falleció el 7 de agosto de 1989, a los 88 años, en su ciudad natal. Distinguido por el mundo aunque ignorado en la Argentina, el científico mendocino se mantuvo honesto, intransigente y comprometido con el desarrollo de la investigación científica de calidad en el país, pero su noble corazón y postura ética fueron los que lo llevaron a ganarse el prestigio y el respeto entre la élite científica internacional de la época.

En honor a la trayectoria del eminente cientĂ­fico, la Academia Nacional de Ciencias de CĂłrdoba instaurĂł el Premio Enrique Gaviola destinado a jĂłvenes investigadores de las ĂĄreas de MatemĂĄtica, AstronomĂ­a y FĂ­sica.

Los métodos de innovación que introdujo Gaviola con sus experimentos todavía se siguen incorporando en los grandes telescopios modernos. También, muchos institutos e instalaciones científicas llevan su nombre.

En la ciudad de Mendoza, se impuso el nombre de Ramón Enrique Gaviola a la escuela N° 3-406 en reconocimiento al científico rivadaviense que trascendió el mundo de la ciencia y que merece no ser olvidado.

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RamĂłn Enrique Gaviola, el primer astrofĂ­sico argentino nombrado uno de los mejores cientĂ­ficos del siglo XX

Enrique Gaviola fue un fĂ­sico, astrĂłnomo y cientĂ­fico argentino destacado a nivel mundial por sus contribuciones a la fĂ­sica y la astronomĂ­a en base a su metodologĂ­a revolucionaria y visionaria que fueron fundamentales para el desarrollo de la ciencia internacional, por lo que en 1998 fue incluido en la ediciĂłn Notable Twentieth Century Scientist entre los cientĂ­ficos mĂĄs notables del siglo XX.

Con tan solo 22 años, el Dr. Gaviola se embarcĂł en una vertiginosa carrera cientĂ­fica que lo condujo a presenciar los mayores hitos de la historia de la ciencia y a vincularse en un entorno cientĂ­fico sin precedentes, llegando a estudiar a la par de las mentes mĂĄs brillantes de la Ă©poca, entre ellos Albert Einstein, colega y amigo del cientĂ­fico argentino, quien en 1948 lo invitĂł a firmar la adhesiĂłn al llamado “Manifiesto de Chicago” o “Manifiesto de los Nobel”, que alertaba a los gobiernos del mundo y a la humanidad sobre los peligros que implicarĂ­a el uso de la energĂ­a nuclear en instancias bĂ©licas. Gaviola fue el Ășnico firmante del Manifiesto que no era Premio Nobel.

Los trabajos de Gaviola se centraron en la astrofísica, la física de la atmósfera, la óptica y la fotoquímica. Fue creador de telescopios, inventó el fluorómetro que lleva su nombre e instaló en Argentina la primera estación del hemisferio sur para el seguimiento de satélites espaciales. Sus estudios experimentales marcaron el rumbo de la ciencia moderna, como el inicio de la era del låser y la astronomía observacional, al igual que fueron el punto de partida para que la ciencia argentina despegara y se expandiera por todo el país.

Por su elevado prestigio cientĂ­fico, Gaviola era un referente de consulta a nivel internacional en temas de gran trascendencia. En 1948, luego de haberle escrito una carta pidiĂ©ndole sugerencias sobre el desarrollo de la bomba atĂłmica, Einstein invitĂł al cientĂ­fico argentino a firmar la adhesiĂłn al llamado “Manifiesto de Chicago” o “Manifiesto de los Nobel”, que alertaba a los gobiernos del mundo y a la humanidad sobre los peligros que implicarĂ­a el uso de la energĂ­a nuclear en instancias bĂ©licas. Gaviola fue el Ășnico firmante del Manifiesto que no era Premio Nobel.

En 1998, con motivo de celebrarse la finalizaciĂłn del siglo XX y del milenio, en Estados Unidos, la editora Emily J. McMurray compilĂł cuatro volĂșmenes de la enciclopedia Notable Twentieth Century Scientist, donde reconoce a los mĂĄs destacados cientĂ­ficos que dio la humanidad en ese perĂ­odo. Gaviola fue incluido en esa categorĂ­a, en el segundo tomo.

Gaviola nació el 31 de agosto de 1900 en Rivadavia, provincia de Mendoza, donde cursó sus estudios primarios y secundarios. Comenzó su formación académica en 1917 cuando ingresó a la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) como estudiante de Agrimensura. Durante ese tiempo manifestó una gran capacidad e interés por la física y fue alentado por su profesor, el destacado físico alemån Richard Gans y en ese entonces Director del Instituto de Física de la UNLP, a realizar sus estudios en el exterior.

Finalmente, luego de trabajar de agrimensor y ahorrar suficiente dinero, en 1922 emigró a Alemania e inició sus estudios en la Universidad de Göttingen. Allí, en el Instituto de Física Teórica, Gaviola fue alumno de dos premios Nobel de Física: James Frank y Max Born. Mås tarde, en la Universidad de Berlín, tuvo como profesores a los científicos mås encumbrados del siglo: Walther Nernst, Max von Laue, Max Planck y Albert Einstein, con quien formaría un vínculo especial.

Su trabajo de Proseminar fue dirigido por von Laue y examinado por Lise Meitner, Albert Einstein y Peter Pringsheim, los tres destacados fĂ­sicos de la Ă©poca. Y en 1926, Gaviola obtuvo su doctorado en la Universidad de BerlĂ­n con su tesis dirigida por Max von Laue y Walter Nernst, calificada como sobresaliente, “con grandes honores”. En resumen, en su proceso de capacitaciĂłn en Europa, Gaviola compartiĂł actividades con 23 premios Nobel, entre profesores y compañeros. Sus libretas universitarias contienen las firmas de cinco premios Nobel, entre otros grandes maestros, y reflejan la extraordinaria formaciĂłn acadĂ©mica que tuvo el rivadaviense.

Cuando Einstein visitó la Argentina en 1925 -estuvo dos meses en el país-, trajo un proyecto de reforma universitaria cuya base fue elaborada por el joven Gaviola. Al conocer que Einstein iría a su país, Gaviola, entonces de 25 años, junto con Juan José Nissen, otro argentino que estudiaba astronomía en Breslau, elaboró un documento con una propuesta de reforma universitaria. Gaviola contó que Einstein lo recibió en su casa para analizar el documento al que le introdujo algunas improntas propias y lo trajo a la Argentina. No se sabe si lo presentó a las autoridades nacionales o universitarias; sí que lo comentó ante la prensa y, también, que nada de lo que recomendó fue aplicado.

En cambio, sĂ­ se tiene certeza del aprecio, respeto intelectual y admiraciĂłn que Einstein prodigĂł en lo sucesivo a Gaviola. Tanto que en 1948 lo invitĂł a firmar el “Manifiesto de Chicago” o “Manifiesto de los Nobel”, un documento que alertaba a los gobiernos del mundo y a toda la humanidad sobre los peligros que implicarĂ­a el uso de la energĂ­a nuclear en instancias bĂ©licas. Todos los firmantes eran premios Nobel; el Ășnico a quien no le habĂ­an conferido esa distinciĂłn era Gaviola. “Por tus logros, debes y mereces firmarla”, lo honrĂł Einstein, quien, anticipĂĄndose a esa invitaciĂłn, habĂ­a dicho en una conferencia que “si la Argentina tuviera varios jĂłvenes como Gaviola…” y dejĂł la frase inconclusa, aunque rubricĂĄndola con un gesto de admiraciĂłn.

Tras finalizar sus estudios en Alemania, sugerido por Einstein, Gaviola se postulĂł para una beca Rockefeller al International Education Board y, a pesar de haber obtenido el primer puesto, fue rechazado porque solo eran considerados candidatos de Europa y de Estados Unidos. No obstante, luego de la carta de protesta y recomendaciĂłn enviada por el propio Einstein, Gaviola obtuvo la beca y fue el primer investigador del hemisferio sur en obtenerla.

Con la beca Rockefeller, entre 1927 y 1928, Gaviola trabajó en el laboratorio del físico experimental Robert Williams Wood en la Johns Hopkins University, y en compañía del científico estadounidense realizaron estudios de espectroscopía óptica de emisión y de fluorescencia en vapores de mercurio.

Enseguida, Gaviola fue incorporado en el Departamento de Magnetismo Terrestre del Carnegie Institute of Washington como asistente de investigaciones, donde trabajó junto a otros colegas en técnicas de vacío y alta tensión, y lograron obtener un potencial de cinco millones de voltios. El equipo que construyeron fue el primer precedente de un acelerador de partículas y la fase previa al campo experimental de la física nuclear.

Este experimento fue inmortalizado en una foto publicada en The Sunday Star de Washington el 11 de noviembre de 1928 bajo el tĂ­tulo “Átomos destrozados con corriente de alto voltaje”, donde se muestra al joven Gaviola y a sus colegas Merle Tuve y Harry Lawrence Hafstad junto al transformador con el que alcanzaron el rĂ©cord de voltaje. AdemĂĄs, la foto se encuentra expuesta en el Museo de Ciencia y TecnologĂ­a de la Smithsonian Institution en Washington D.C., Estados Unidos.

Entre 1928 y 1929, el Dr. Gaviola publicĂł numerosos artĂ­culos que demostraban los grandes avances en sus estudios experimentales, entre ellos se destaca la primera comprobaciĂłn experimental de la emisiĂłn atĂłmica estimulada, predicha por Einstein en 1917, que constituyĂł la base de lo que posteriormente se conociĂł como rayo lĂĄser.

Ademås, sus trabajos sobre espectrometría y fluorescencia permitieron analizar de manera crítica la teoría de Schrödinger y dieron origen a dos nuevas åreas científicas: la espectrometría fluorescente en bioquímica y el comportamiento hidrodinåmico de las proteínas. Para llevar adelante estas investigaciones, Gaviola diseñó y construyó un fluorómetro, equipo que permite analizar la fluorescencia emitida por una muestra y conocido bajo su nombre.

Para 1930 Gaviola se habĂ­a convertido en una referencia indiscutible de la fĂ­sica mundial y la calidad de sus investigaciones y descubrimientos estaban a la altura de los mĂĄs grandes de la ciencia. Entonces comprendiĂł que debĂ­a aprovechar toda la experiencia que habĂ­a adquirido a lo largo de su carrera para cambiar las coyunturas de su paĂ­s de origen y transformar su polĂ­tica cientĂ­fica.

Cuando el fĂ­sico mendocino retornĂł a Argentina, rĂĄpidamente iniciĂł la puesta en marcha del desarrollo cientĂ­fico del paĂ­s, muestra de su fuerte compromiso y convicciĂłn de formar una comunidad cientĂ­fica capaz de competir con el mundo, y ocupĂł importantes cargos al igual que impulsĂł la creaciĂłn de nuevas instituciones cientĂ­ficas.

Gaviola fue profesor en distintas universidades, entre ellas su alma mater y la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde dirigió la Cåtedra de Fisicoquímica en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FCEFyN) entre 1930 y 1936. Allí revolucionó los métodos de estudio y promovió los trabajos experimentales, logrando dictar por primera vez e incorporar al plan de estudios disciplinas como electromagnetismo, termodinåmica de la radiación, teoría cinética y teoría cuåntica.

AdemĂĄs, fue uno de los fundadores del Instituto de FĂ­sica de Bariloche (posteriormente Instituto Balseiro), donde en 1960 ingresĂł como profesor del laboratorio de FĂ­sica Experimental hasta su retiro. ParticipĂł en la creaciĂłn del CONICET, del Instituto de MatemĂĄtica, AstronomĂ­a y FĂ­sica (posteriormente la Facultad de MatemĂĄtica, AstronomĂ­a, FĂ­sica y ComputaciĂłn de la ciudad de CĂłrdoba), y en la recuperaciĂłn del Observatorio AstronĂłmico de CĂłrdoba (OAC), fundado por Domingo Faustino Sarmiento en 1871, entre otras tantas iniciativas.

El compromiso de Gaviola no solo era profesional sino ético. En 1943, en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial y proceso del nazismo, el rivadaviense pudo rescatar de Europa al físico Guido Beck, contemporåneo de Einstein, y lo incorporó al OAC, donde también se formaron Mario Bunge, Ernesto Såbato y José Antonio Balseiro. La presencia de Gaviola y Beck en el observatorio facilitó la afluencia de muchos estudiantes que deseaban desarrollarse en física.

En 1944, Gaviola y Beck fundaron la AsociaciĂłn FĂ­sica Argentina (AFA), la primera sociedad cientĂ­fica latinoamericana que dio origen a la fĂ­sica moderna. El rivadaviense presidiĂł la AFA desde su creaciĂłn hasta 1950, y bajo su direcciĂłn la fĂ­sica argentina comenzĂł a desarrollarse favorablemente en un contexto mundial en que esta disciplina adquirĂ­a cada vez mayor trascendencia. AdemĂĄs, como cientĂ­fico de gran prestigio, Gaviola se vinculaba con personalidades de la esfera polĂ­tica para recomendar o criticar medidas que comprometĂ­an el progreso cientĂ­fico del paĂ­s.

La entrada de Gaviola en el mundo de la astronomĂ­a surgiĂł en un contexto de necesidad, cuando el OAC se encontraba en una situaciĂłn crĂ­tica a causa de la falta de configuraciĂłn del espejo del telescopio. AsĂ­, el fĂ­sico fue en busca de los lugares mĂĄs prestigiosos en el campo de la construcciĂłn de telescopios: el Instituto de TecnologĂ­a de California y el Observatorio Mount Wilson.

Entre sus mayores contribuciones, Gaviola creĂł un mĂ©todo para el recubrimiento de la superficie de los espejos de grandes telescopios que permitiĂł hacer mĂĄs eficientes los costos y tiempos del proceso, resultados que aplicĂł en la construcciĂłn del espejo de Monte Palomar. MĂĄs tarde, junto a su colega Ricardo Platzcek, diseñaron el primer espectrĂłgrafo estelar del mundo construido Ă­ntegramente con espejos, calificado por George D. Birkhoff, decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Harvard, como “la verdadera DeclaraciĂłn de Independencia argentina”.

Gaviola dirigiĂł el OAC durante dos perĂ­odos (1940-1947 y 1956-1957) y lo transformĂł en un centro cientĂ­fico de primer nivel, con personal cientĂ­fico e instalaciones excepcionales, como la construcciĂłn de la EstaciĂłn AstrofĂ­sica de Bosque Alegre. AdemĂĄs, en 1956, demostrĂł que el Norte Chico era una regiĂłn de muy alta calidad de cielo y propuso la instalaciĂłn de un observatorio interamericano, proyecto que fue aceptado por comisiones norteamericanas y chilenas en virtud de la exactitud de su evaluaciĂłn.

MĂĄs allĂĄ de su carrera como investigador, Gaviola era un reformista cabal interesado en la polĂ­tica cientĂ­fica del paĂ­s. DefendiĂł fervientemente los aspectos Ă©ticos en la formaciĂłn de intelectuales y no cedĂ­a a las reglas morales, al punto que llegĂł a convertirse en el estĂĄndar por el que los cientĂ­ficos medĂ­an su estatura moral. AsĂ­, asumiĂł la responsabilidad de diseñar una polĂ­tica cientĂ­fica sabia. En su libro “Reforma de la Universidad Argentina y Breviario del Reformista”, de 1931, sostenĂ­a que el dinero y el incremento del presupuesto eran imprescindibles para el desarrollo cientĂ­fico en la universidad, a la vez que dejaba en evidencia la corrupciĂłn y las prĂĄcticas clientelares que imperaban en el ĂĄmbito acadĂ©mico.

SirviĂ©ndose de conferencias y escritos, Gaviola manifestaba pĂșblicamente sus diferencias en torno a la calidad intelectual y moral de la Ă©poca. Con dos artĂ­culos que escribiĂł en 1946 –titulados “MemorĂĄndum: la Argentina y la era atĂłmica” y “Empleo de la energĂ­a atĂłmica (nuclear) para fines industriales y militares”- Gaviola buscĂł posicionar a Argentina en la carrera atĂłmica y en el desarrollo genuino de la ciencia sobre la base de personal cientĂ­fico de primera lĂ­nea y una correcta prĂĄctica cientĂ­fica que priorizara la bĂșsqueda de la verdad por sobre cualquier otro interĂ©s.

Su labor como astrĂłnomo lo condujo a recibir los mayores homenajes de la disciplina. En 1981, Gaviola fue reconocido por la UniĂłn AstronĂłmica Internacional que le dio su nombre al asteroide 2504 descubierto en CĂłrdoba en 1967.

En el orden nacional, el Aula Magna de la Universidad de Córdoba lleva su nombre. Además, por su labor en física y óptica, en 1978 fue premiado con la Medalla de Oro Dr. Ricardo Gans, otorgada por la Universidad de La Plata, y en 1980, con la Medalla de Oro del Centro de Investigaciones de Óptica.

En 1965, Gaviola ganó el Premio Abraham Mibashan otorgado por la AMIA y la DAIA, y en 1983, recibió el Premio Konex de Platino en la Categoría Ciencia y Tecnología, junto con el Diploma al Mérito.

A lo largo de su carrera, obtuvo varias becas de estudio. entre las que se destacan la beca del Gobierno de España (1933) y la beca Guggenheim otorgada por la John Simon Guggenheim Memorial Foundation de Estados Unidos (1934), destinada a investigadores que “han demostrado una capacidad excepcional para un aprendizaje productivo y una gran promesa para sus proyectos futuros”.

Fue miembro de la Academia Nacional de Ciencias de CĂłrdoba y de las mĂĄs importantes sociedades cientĂ­ficas del mundo, entre ellas la Physical Society de Londres, la American Physical Society, la International Astronomical Union, y la Sociedad Alemana de FĂ­sica. PublicĂł cerca de 60 publicaciones en revistas especializadas y alrededor de 20 artĂ­culos sobre organizaciĂłn universitaria.

Gaviola se casĂł con Katri MarĂ­a Nieminenn Vaukkari (apodada Kaisa), princesa de la abolida dinastĂ­a finesa. En 1925, tuvieron una hija, Ruth Miryam Gaviola Nieminenn. Kaisa falleciĂł el 15 de abril de 1936, en la ciudad de Buenos Aires.

Gaviola falleció el 7 de agosto de 1989, a los 88 años, en su ciudad natal. Distinguido por el mundo aunque ignorado en la Argentina, el científico mendocino se mantuvo honesto, intransigente y comprometido con el desarrollo de la investigación científica de calidad en el país, pero su noble corazón y postura ética fueron los que lo llevaron a ganarse el prestigio y el respeto entre la élite científica internacional de la época.

En honor a la trayectoria del eminente cientĂ­fico, la Academia Nacional de Ciencias de CĂłrdoba instaurĂł el Premio Enrique Gaviola destinado a jĂłvenes investigadores de las ĂĄreas de MatemĂĄtica, AstronomĂ­a y FĂ­sica.

Los métodos de innovación que introdujo Gaviola con sus experimentos todavía se siguen incorporando en los grandes telescopios modernos. También, muchos institutos e instalaciones científicas llevan su nombre.

En la ciudad de Mendoza, se impuso el nombre de Ramón Enrique Gaviola a la escuela N° 3-406 en reconocimiento al científico rivadaviense que trascendió el mundo de la ciencia y que merece no ser olvidado.

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