Detalle
Datos personales

CategorĂa / Sub CategorĂa
FormaciĂłn
Doctor en Medicina (1932)
Universidad de Buenos Aires
Premios y distinciones internacionales
1970 – Premio Nobel de QuĂmica, por su descubrimiento de los nucleĂłtidos de azĂșcar y su papel en la biosĂntesis de carbohidratos.
1967 â Premio Louisa Gross Horwitz (Estados Unidos)
1966 â Premio Internacional Gairdner de CanadĂĄ
1958 â Premio T. Duckett Jones Memorial (Estados Unidos)
Semblanza
Luis Federico Leloir, el primer bioquĂmico latinoamericano distinguido con un Nobel de ciencias
Luis Federico Leloir fue un mĂ©dico, bioquĂmico y farmacĂ©utico argentino, reconocido por su espĂritu abnegado y su invaluable aporte a la ciencia a travĂ©s de mĂșltiples investigaciones y descubrimientos que significaron un gran beneficio para la humanidad y lo llevaron a convertirse en el primer latinoamericano en obtener el Premio Nobel en QuĂmica en 1970 y el segundo en recibir un Nobel de ciencias.
La ilustre carrera profesional del Dr. Leloir estuvo marcada por sus valores Ă©ticos y su inquebrantable compromiso con la investigaciĂłn cientĂfica pura a pesar de las limitaciones econĂłmicas y estructurales que tuvo que enfrentar. DirigiĂł durante cuatro dĂ©cadas el Instituto de Investigaciones BioquĂmicas FundaciĂłn Campomar (posteriormente FundaciĂłn Instituto Leloir) donde su impulso determinĂł que aquel perĂodo fuera el mĂĄs importante de la historia cientĂfica argentina.
Leloir se dedicĂł durante años a descifrar cĂłmo se almacena la energĂa en las plantas y los animales, y cĂłmo los alimentos se transforman en azĂșcares que sirven de combustible a la vida humana. Uno de sus mayores descubrimientos fue la cadena de transformaciones quĂmicas por medio de la cual el organismo aprovecha la energĂa de los azĂșcares para poder vivir, una ruta bioquĂmica que fue bautizada por la comunidad cientĂfica como âEl camino de Leloirâ.
El 10 de diciembre de 1970, Leloir fue laureado con el Premio Nobel de QuĂmica âpor su descubrimiento de los nucleĂłtidos de azĂșcar y su papel en la biosĂntesis de los carbohidratosâ, convirtiĂ©ndose asĂ en el primer latinoamericano en ser distinguido en esa categorĂa y el segundo Premio Nobel argentino de ciencias por investigaciones realizadas en el paĂs despuĂ©s de su mentor y colega Bernardo Alberto Houssay, que obtuvo el Nobel de Medicina en 1947.
Los hallazgos de Leloir y sus colaboradores contribuyeron a comprender las causas de la galactosemia, una enfermedad congĂ©nita que se caracteriza por la incapacidad del organismo para metabolizar la galactosa (un azĂșcar simple), provocando daños en diferentes Ăłrganos del cuerpo como el hĂgado, los riñones y el sistema nervioso central. AdemĂĄs, la ruta del metabolismo de la glucosa (la vĂa glucolĂtica) fue fundamental para la detecciĂłn de muchas cĂ©lulas cancerĂgenas que la utilizan para su multiplicaciĂłn.
Leloir naciĂł el 6 de septiembre de 1906 en ParĂs, Francia, y viviĂł sus primeros años en una casa ubicada en la Avenida Victor Hugo, a pocos metros del Arco del Triunfo. Su familia habĂa viajado desde Buenos Aires a la capital francesa ese mismo año a causa de la enfermedad que padecĂa su padre, Federico Leloir, que requerĂa de una intervenciĂłn quirĂșrgica en un avanzado centro mĂ©dico francĂ©s. Leloir aĂșn no habĂa nacido cuando su padre falleciĂł.
En 1908, cuando apenas tenĂa dos años, su madre lo trajo por primera vez a Argentina donde adoptĂł la ciudadanĂa y viviĂł junto a sus ocho hermanos en las grandes extensiones de campo que poseĂan fruto de su herencia familiar. AllĂ, Leloir se dedicaba a actividades agropecuarias y al mismo tiempo empezĂł a cultivar un especial interĂ©s por la naturaleza a partir de los fenĂłmenos naturales que observaba y de las lecturas que realizaba en la niñez y adolescencia sobre temas relacionados con la agronomĂa y la biologĂa.
El joven Leloir empezĂł a desarrollar asĂ cualidades como la curiosidad, la inteligencia, el orden y la concentraciĂłn, que mĂĄs adelante marcarĂan su carrera profesional y lo llevarĂan a trazar nuevos caminos en el campo de la bioquĂmica, una disciplina que habĂa comenzado a desarrollarse aceleradamente en los inicios del siglo veinte y facilitĂł la identificaciĂłn de la estructura quĂmica de la mayor parte de las vitaminas y las hormonas.
Leloir realizĂł los estudios primarios en la Escuela de Catedral al Norte, mientras que los secundarios los cursĂł en tres colegios diferentes: el Colegio Lacordaire y el Colegio del Salvador, en la ciudad de Buenos Aires, y el Colegio Beaumont, en Inglaterra. Su desempeño acadĂ©mico fue normal en todas esas instancias, con calificaciones que se mantenĂan en la lĂnea de lo exigido. Luego, atraĂdo por las estructuras, comenzĂł a estudiar arquitectura en el Instituto PolitĂ©cnico de ParĂs, pero rĂĄpidamente desistiĂł.
De regreso al paĂs, Leloir ingresĂł a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y se graduĂł en Medicina en 1932 a los 26 años. Enseguida, iniciĂł su actividad como residente en el Hospital de ClĂnicas JosĂ© de San MartĂn y como mĂ©dico interno en el Hospital Municipal JosĂ© MarĂa Ramos MejĂa, donde se dedicĂł a la gastroenterologĂa durante dos años.
Durante su prĂĄctica mĂ©dica, Leloir no se sentĂa conforme con el trato que recibĂan los pacientes debido a que los tratamientos mĂ©dicos que se utilizaban entonces eran deficientes. Los grandes fĂĄrmacos y agentes terapĂ©uticos aĂșn no se habĂan desarrollado en su totalidad y Leloir llegĂł a sentirse frustrado por la manera en la que se ejercĂa la profesiĂłn al igual que reconociĂł su falta de habilidad para llevarla a cabo.
Convencido de que su verdadera pasiĂłn se hallaba en el laboratorio, abandonĂł su trabajo como mĂ©dico y se encaminĂł hacia la investigaciĂłn cientĂfica conducido por su deseo de comprender mejor los procesos biolĂłgicos que sustentan la vida. En 1933, se incorporĂł al Instituto de FisiologĂa de la Facultad de Medicina de la UBA que dirigĂa el Dr. Houssay, donde comenzĂł a trabajar en su tesis de doctorado âSuprarrenales y el metabolismo de los hidratos de carbonoâ, propuesta y dirigida por el propio Houssay, que logrĂł completarla en solo dos años siendo distinguida en la Facultad como la mejor tesis de 1934.
Leloir estaba pendiente del trabajo que el fisiĂłlogo llevaba adelante en su Instituto por lo que no dudĂł en sumarse al grupo de investigaciĂłn y aunar esfuerzos para desarrollar el conocimiento mĂ©dico y cientĂfico del paĂs. Decididamente se orientĂł hacia la bioquĂmica con particular Ă©nfasis en el estudio de los procesos fundamentales de las cĂ©lulas y los seres vivos, aunque fue consciente de sus limitaciones en el ĂĄrea de las ciencias exactas y naturales por lo que se ocupĂł en adquirir los conocimientos que serĂan la base de su prominente futuro cientĂfico.
AsistiĂł a cursos especializados en matemĂĄtica, fĂsica y biologĂa en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA, y en 1936, por sugerencia de Houssay, se profesionalizĂł en el Laboratorio de BioquĂmica de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, dirigido por Frederick Gowland Hopkins, el Premio Nobel de Medicina en 1929 por su descubrimiento sobre las vitaminas. AllĂ el bioquĂmico trabajĂł en colaboraciĂłn con Malcolm Dixon en el ĂĄrea de la enzimologĂa y luego se especializĂł en el metabolismo de los carbohidratos.
Al año siguiente, Leloir se reincorporĂł al Instituto de FisiologĂa desempeñåndose como ayudante de investigaciones en un ĂĄmbito con limitaciones materiales pero que fueron solventadas mediante el entusiasmo y la calidad personal que caracterizaba al grupo de trabajo. RealizĂł investigaciones sobre la oxidaciĂłn de ĂĄcidos grasos en el hĂgado en conjunto con el quĂmico Juan MarĂa Muñoz, y mĂĄs tarde ambos integraron el equipo de Eduardo Braun MenĂ©ndez y Alberto Carlos Taquini para realizar experiencias sobre la formaciĂłn de angiotensina y analizar la hipertensiĂłn arterial.
El grupo comprobĂł que la renina, sustancia liberada por el riñón que estĂĄ vinculada al aumento de la presiĂłn arterial, actĂșa sobre una proteĂna de la sangre que es la que produce en Ășltima instancia la hipertensiĂłn: la hipertensina, luego llamada angiotensina. AdemĂĄs, descubrieron que existe otra sustancia alojada en los tejidos y la sangre, capaz de destruir la angiotensina.
En 1943 se publicĂł el libro âHipertensiĂłn Arterial NefrĂłgenaâ como resultado de todos los descubrimientos que realizaron Leloir y su equipo. La obra, prologada por el mismo Houssay, obtuvo el tercer premio Nacional de Ciencias y fue traducida al inglĂ©s y publicada en Estados Unidos en 1946. Para Leloir, su incursiĂłn en la investigaciĂłn de la hipertensiĂłn fue uno de los perĂodos mĂĄs productivos de su carrera y disfrutaba mucho de la atmĂłsfera profesional y del trabajo en equipo.
A la par de sus investigaciones, Leloir asumiĂł el cargo de profesor de FisiologĂa en la cĂĄtedra del Dr. Houssay, pero en 1943 su mentor fue destituido por razones polĂticas y el trabajo cientĂfico en el Instituto de FisiologĂa se paralizĂł. Leloir renunciĂł a su cargo y viajĂł a Estados Unidos donde primero fue asistente de investigaciĂłn en el laboratorio del matrimonio Carl y Gerty Cori, ganadores del Premio Nobel de Medicina junto con Houssay, investigando sobre la formaciĂłn del ĂĄcido cĂtrico, y luego en el Colegio de MĂ©dicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Finalmente, en 1945 Leloir reanudĂł su actividad cientĂfica de la mano de su colega Houssay, esta vez en el Instituto de BiologĂa y Medicina Experimental (IBYME), un organismo creado mediante el apoyo de fundaciones privadas. Pero en 1947, el empresario Jaime Campomar fundĂł un instituto de investigaciĂłn especializado en bioquĂmica y, recomendado por Houssay, eligiĂł a Leloir para dirigir la instituciĂłn.
Si bien en sus primeros años el Instituto de Investigaciones BioquĂmicas FundaciĂłn Campomar (posteriormente la FundaciĂłn Instituto Leloir) funcionĂł en condiciones poco Ăłptimas, esto no desanimĂł a Leloir. Sus primeros colaboradores fueron Ranwel Caputto, Carlos E. Cardini, RaĂșl Trucco y Alejandro C. Paladini. Juntos iniciaron el trabajo sobre la actuaciĂłn de los azĂșcares formando compuestos denominados genĂ©ricamente nucleĂłtidos-azĂșcares, que mostrĂł rutas del metabolismo no conocidas hasta aquel momento y permitiĂł abrir nuevas investigaciones en todo el mundo, convirtiendo al Instituto en un centro de investigaciĂłn mundialmente reconocido.
Entre los descubrimientos mĂĄs destacados, Leloir y sus colaboradores realizaron importantes estudios sobre la acciĂłn de la lactosa en el cuerpo humano, al igual que dieron con la sĂntesis de galactosa en la glĂĄndula mamaria y lograron comprender el proceso de almacenamiento de los carbohidratos y de su transformaciĂłn en energĂa de reserva, especialmente del glucĂłgeno y del almidĂłn.
Las investigaciones de Leloir siempre se desarrollaron independientemente de las condiciones materiales que sobrellevaba el Instituto por motivo del modesto presupuesto disponible. En lugar de desalentarlo, a Leloir estas circunstancias lo volvĂan mĂĄs determinado y lo desafiaban a usar toda su creatividad para fabricar de forma artesanal parte del complejo instrumental necesario para el laboratorio.
Tras la muerte de Campomar en 1957, el Instituto se quedĂł sin financiamiento y Leloir obtuvo la oferta de emigrar a Estados Unidos para trabajar en la FundaciĂłn Rockefeller y el Hospital General de Massachusetts. Sin embargo, fiel a sus principios, el bioquĂmico decidiĂł quedarse y continuar trabajando en el avance cientĂfico del paĂs. Con el tiempo, Leloir consiguiĂł el financiamiento necesario para sus investigaciones por parte del CONICET, instituto creado y comandado por Houssay, del cual integrĂł su directorio.
Leloir y Houssay compartĂan una misma visiĂłn sobre la investigaciĂłn cientĂfica y el rol que las universidades deben tener en la formaciĂłn de jĂłvenes investigadores. En 1958, el CONICET permitiĂł asociar al Instituto de Investigaciones BioquĂmicas con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA, donde tambiĂ©n se desempeñó como Profesor Titular y dirigiĂł un instituto de las mismas caracterĂsticas.
Estos institutos permitieron atraer a jĂłvenes universitarios a la investigaciĂłn cientĂfica lo que impactĂł positivamente en el crecimiento tanto de los organismos como de la profesionalizaciĂłn de la ciencia argentina. Durante mucho tiempo estos centros de investigaciĂłn recibieron a becarios e investigadores procedentes de Estados Unidos, JapĂłn, Inglaterra, Francia, España y varios paĂses de AmĂ©rica Latina.
AdemĂĄs, Leloir fue jefe del Departamento de BioquĂmica de la FCEyN de la UBA, donde organizĂł la labor de jĂłvenes estudiantes que seguĂan su carrera, presidiĂł la AsociaciĂłn Argentina para el Progreso de la Ciencia y ejerciĂł la docencia en institutos pĂșblicos y privados sin abandonar su cargo como director del Instituto de Investigaciones BioquĂmicas.
El eminente e incansable trabajo que Leloir llevĂł adelante durante sus primeros años de carrera le valiĂł numerosos premios, tĂtulos y reconocimientos de la comunidad cientĂfica internacional. En 1958, Leloir fue el primer investigador en recibir el Premio T. Duckett Jones Memorial otorgado por la FundaciĂłn Helen Hay Whitney de Estados Unidos, en reconocimiento a su trabajo sobre el aislamiento de la sustancia nucleĂłtido-azĂșcar llamada uridina difosfato glucosa (UDPG) y otros derivados de uridina de tejidos vegetales y animales, demostrando que estĂĄn Ăntimamente involucrados en mecanismos sintĂ©ticos en muchas formas de vida.
AdemĂĄs, en 1966, fue galardonado con el Premio Internacional Gairdner de CanadĂĄ que entrega la FundaciĂłn Gairdner en Toronto, en reconocimiento a sus destacadas contribuciones al campo de la quĂmica y el metabolismo de los carbohidratos y, en particular, por su descubrimiento de los nucleĂłtidos de azĂșcar y sus reacciones fundamentales en la biosĂntesis de disacĂĄridos y polisacĂĄridos. Su trabajo impulsĂł nuevas lĂneas de investigaciĂłn sobre la desintoxicaciĂłn de fĂĄrmacos, el metabolismo de los pigmentos biliares y la inmunoquĂmica de las paredes celulares bacterianas y tisulares.
En 1967, Leloir volviĂł a inaugurar una lista de laureados al convertirse en el primer investigador en ser distinguido con el Premio Louisa Gross Horwitz otorgado por la Universidad de Columbia, Estados Unidos, a un investigador o grupo de investigaciĂłn que haya realizado una contribuciĂłn sobresaliente en los campos de la biologĂa o la bioquĂmica. Este premio es considerado uno de los precursores del Premio Nobel.
Al año siguiente, el bioquĂmico obtuvo el Premio Benito JuĂĄrez, otorgado por el gobierno de MĂ©xico y ademĂĄs fue nombrado miembro de la Academia Pontificia de Ciencias de la Ciudad del Vaticano por resoluciĂłn del cuerpo de AcadĂ©micos. AdemĂĄs, Leloir fue condecorado con la Orden AndrĂ©s Bello otorgada por el gobierno venezolano en 1971; la Orden de Bernardo OâHiggins en el grado de Gran Cruz por el gobierno chileno en 1976; y la Orden Nacional de la LegiĂłn de Honor del gobierno francĂ©s en 1968, una de las mayores distinciones de ese paĂs.
La consagraciĂłn de Leloir como Premio Nobel en 1970 provocĂł el interĂ©s de mĂșltiples entidades que dotaron al laboratorio del Instituto con los materiales y el equipamiento necesarios que permitiĂł continuar la labor cientĂfica y la transmisiĂłn de conocimiento para la formaciĂłn de grupos de colaboradores y discĂpulos, lo que condujo a un considerable progreso de la investigaciĂłn bioquĂmica en el paĂs. AdemĂĄs, el bioquĂmico donĂł el monto total de su premio al Instituto para financiar sus investigaciones.
En el orden nacional, Leloir recibiĂł el Premio de la Sociedad CientĂfica, el Premio de la FundaciĂłn Bunge y Born en 1965, y el Premio Kyle, la mĂĄxima distinciĂłn de la AsociaciĂłn QuĂmica Argentina, en 1968. AdemĂĄs, en 1983 obtuvo el Premio Konex de Brillante en la categorĂa de Ciencia y TecnologĂa, y el Diploma al MĂ©rito.
Leloir fue miembro de las mĂĄs selectas academias y sociedades cientĂficas del mundo, incluyendo la Sociedad FilosĂłfica Estadounidense, la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias, la Sociedad BioquĂmica y la Royal Society de Inglaterra, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, la Sociedad Española de BioquĂmica y BiologĂa Molecular, la Academia de Ciencias de Francia, la Sociedad BiolĂłgica de ParĂs y la Academia Mundial de Ciencias.
En Argentina, el cientĂfico integrĂł la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires y de CĂłrdoba, la Academia Argentina de Letras y la Academia Nacional de Medicina. AdemĂĄs, fue presidente de la AsociaciĂłn Panamericana de Sociedades BioquĂmicas.
Leloir publicĂł mĂĄs de 200 trabajos en prestigiosas revistas cientĂficas de nivel nacional e internacional. Entre los mĂĄs destacados, ademĂĄs de su tesis doctoral, se encuentran âFarmacologĂa de la Hipertensinaâ (1940), âPerspectives in Biologyâ (1963) y âRenal Hypertensionâ (1964).
TambiĂ©n recibiĂł tĂtulos honorĂficos de las universidades de Granada (España) y ParĂs (Francia), asĂ como de TucumĂĄn y La Plata. En 1968, obtuvo el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de CĂłrdoba, y en 1984 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.
MĂĄs allĂĄ de la ciencia, Leloir interactuĂł en una oportunidad con la gastronomĂa. En 1925, mientras vacacionaba en las costas argentinas, almorzĂł con sus amigos en el comedor del Mar del Plata Golf Club, donde, guiado por el aburrimiento y su distintiva curiosidad, mezclĂł iguales cantidades de mayonesa y kĂ©tchup, junto con unas gotas de coñac y salsa Tabasco, que dio como resultado un acompañamiento ideal para las gambas que siempre solĂan comer. Desde entonces, a Leloir se le atribuyĂł el invento de la salsa golf.
En 1943, antes de exiliarse a Estados Unidos, Leloir se casĂł con Amelia ZuberbĂŒhler con quien tuvo cuatro hijos.
Luis Federico Leloir falleciĂł el 2 de diciembre de 1987, a los 81 años, en la ciudad de Buenos Aires por un ataque al corazĂłn. Fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta y el dĂa del sepelio se declarĂł luto nacional.
Antes de su muerte, Leloir inaugurĂł el nuevo edificio para el Instituto de Investigaciones BioquĂmicas ubicado frente al Parque Centenario, en la Ciudad de Buenos Aires, al que afluyeron una gran cantidad de estudiantes, becarios e investigadores que deseaban desempeñarse allĂ. Posteriormente, en 2001 el Instituto fue renombrado FundaciĂłn Instituto Leloir en homenaje al bioquĂmico y es uno de los lĂderes de la producciĂłn de conocimiento en ciencias de la vida en Argentina.
Aunque la carrera de Leloir estuvo fuertemente marcada por la figura de Houssay, el bioquĂmico logrĂł destacarse por su austeridad, su sencillez y modestia, y con su trabajo disciplinado, permanente curiosidad intelectual y legĂtimo amor por la verdad, llevĂł a la ciencia argentina a la cima.
Semblanza
- Semblanza
Luis Federico Leloir, el primer bioquĂmico latinoamericano distinguido con un Nobel de ciencias
Luis Federico Leloir fue un mĂ©dico, bioquĂmico y farmacĂ©utico argentino, reconocido por su espĂritu abnegado y su invaluable aporte a la ciencia a travĂ©s de mĂșltiples investigaciones y descubrimientos que significaron un gran beneficio para la humanidad y lo llevaron a convertirse en el primer latinoamericano en obtener el Premio Nobel en QuĂmica en 1970 y el segundo en recibir un Nobel de ciencias.
La ilustre carrera profesional del Dr. Leloir estuvo marcada por sus valores Ă©ticos y su inquebrantable compromiso con la investigaciĂłn cientĂfica pura a pesar de las limitaciones econĂłmicas y estructurales que tuvo que enfrentar. DirigiĂł durante cuatro dĂ©cadas el Instituto de Investigaciones BioquĂmicas FundaciĂłn Campomar (posteriormente FundaciĂłn Instituto Leloir) donde su impulso determinĂł que aquel perĂodo fuera el mĂĄs importante de la historia cientĂfica argentina.
Leloir se dedicĂł durante años a descifrar cĂłmo se almacena la energĂa en las plantas y los animales, y cĂłmo los alimentos se transforman en azĂșcares que sirven de combustible a la vida humana. Uno de sus mayores descubrimientos fue la cadena de transformaciones quĂmicas por medio de la cual el organismo aprovecha la energĂa de los azĂșcares para poder vivir, una ruta bioquĂmica que fue bautizada por la comunidad cientĂfica como âEl camino de Leloirâ.
El 10 de diciembre de 1970, Leloir fue laureado con el Premio Nobel de QuĂmica âpor su descubrimiento de los nucleĂłtidos de azĂșcar y su papel en la biosĂntesis de los carbohidratosâ, convirtiĂ©ndose asĂ en el primer latinoamericano en ser distinguido en esa categorĂa y el segundo Premio Nobel argentino de ciencias por investigaciones realizadas en el paĂs despuĂ©s de su mentor y colega Bernardo Alberto Houssay, que obtuvo el Nobel de Medicina en 1947.
Los hallazgos de Leloir y sus colaboradores contribuyeron a comprender las causas de la galactosemia, una enfermedad congĂ©nita que se caracteriza por la incapacidad del organismo para metabolizar la galactosa (un azĂșcar simple), provocando daños en diferentes Ăłrganos del cuerpo como el hĂgado, los riñones y el sistema nervioso central. AdemĂĄs, la ruta del metabolismo de la glucosa (la vĂa glucolĂtica) fue fundamental para la detecciĂłn de muchas cĂ©lulas cancerĂgenas que la utilizan para su multiplicaciĂłn.
Leloir naciĂł el 6 de septiembre de 1906 en ParĂs, Francia, y viviĂł sus primeros años en una casa ubicada en la Avenida Victor Hugo, a pocos metros del Arco del Triunfo. Su familia habĂa viajado desde Buenos Aires a la capital francesa ese mismo año a causa de la enfermedad que padecĂa su padre, Federico Leloir, que requerĂa de una intervenciĂłn quirĂșrgica en un avanzado centro mĂ©dico francĂ©s. Leloir aĂșn no habĂa nacido cuando su padre falleciĂł.
En 1908, cuando apenas tenĂa dos años, su madre lo trajo por primera vez a Argentina donde adoptĂł la ciudadanĂa y viviĂł junto a sus ocho hermanos en las grandes extensiones de campo que poseĂan fruto de su herencia familiar. AllĂ, Leloir se dedicaba a actividades agropecuarias y al mismo tiempo empezĂł a cultivar un especial interĂ©s por la naturaleza a partir de los fenĂłmenos naturales que observaba y de las lecturas que realizaba en la niñez y adolescencia sobre temas relacionados con la agronomĂa y la biologĂa.
El joven Leloir empezĂł a desarrollar asĂ cualidades como la curiosidad, la inteligencia, el orden y la concentraciĂłn, que mĂĄs adelante marcarĂan su carrera profesional y lo llevarĂan a trazar nuevos caminos en el campo de la bioquĂmica, una disciplina que habĂa comenzado a desarrollarse aceleradamente en los inicios del siglo veinte y facilitĂł la identificaciĂłn de la estructura quĂmica de la mayor parte de las vitaminas y las hormonas.
Leloir realizĂł los estudios primarios en la Escuela de Catedral al Norte, mientras que los secundarios los cursĂł en tres colegios diferentes: el Colegio Lacordaire y el Colegio del Salvador, en la ciudad de Buenos Aires, y el Colegio Beaumont, en Inglaterra. Su desempeño acadĂ©mico fue normal en todas esas instancias, con calificaciones que se mantenĂan en la lĂnea de lo exigido. Luego, atraĂdo por las estructuras, comenzĂł a estudiar arquitectura en el Instituto PolitĂ©cnico de ParĂs, pero rĂĄpidamente desistiĂł.
De regreso al paĂs, Leloir ingresĂł a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y se graduĂł en Medicina en 1932 a los 26 años. Enseguida, iniciĂł su actividad como residente en el Hospital de ClĂnicas JosĂ© de San MartĂn y como mĂ©dico interno en el Hospital Municipal JosĂ© MarĂa Ramos MejĂa, donde se dedicĂł a la gastroenterologĂa durante dos años.
Durante su prĂĄctica mĂ©dica, Leloir no se sentĂa conforme con el trato que recibĂan los pacientes debido a que los tratamientos mĂ©dicos que se utilizaban entonces eran deficientes. Los grandes fĂĄrmacos y agentes terapĂ©uticos aĂșn no se habĂan desarrollado en su totalidad y Leloir llegĂł a sentirse frustrado por la manera en la que se ejercĂa la profesiĂłn al igual que reconociĂł su falta de habilidad para llevarla a cabo.
Convencido de que su verdadera pasiĂłn se hallaba en el laboratorio, abandonĂł su trabajo como mĂ©dico y se encaminĂł hacia la investigaciĂłn cientĂfica conducido por su deseo de comprender mejor los procesos biolĂłgicos que sustentan la vida. En 1933, se incorporĂł al Instituto de FisiologĂa de la Facultad de Medicina de la UBA que dirigĂa el Dr. Houssay, donde comenzĂł a trabajar en su tesis de doctorado âSuprarrenales y el metabolismo de los hidratos de carbonoâ, propuesta y dirigida por el propio Houssay, que logrĂł completarla en solo dos años siendo distinguida en la Facultad como la mejor tesis de 1934.
Leloir estaba pendiente del trabajo que el fisiĂłlogo llevaba adelante en su Instituto por lo que no dudĂł en sumarse al grupo de investigaciĂłn y aunar esfuerzos para desarrollar el conocimiento mĂ©dico y cientĂfico del paĂs. Decididamente se orientĂł hacia la bioquĂmica con particular Ă©nfasis en el estudio de los procesos fundamentales de las cĂ©lulas y los seres vivos, aunque fue consciente de sus limitaciones en el ĂĄrea de las ciencias exactas y naturales por lo que se ocupĂł en adquirir los conocimientos que serĂan la base de su prominente futuro cientĂfico.
AsistiĂł a cursos especializados en matemĂĄtica, fĂsica y biologĂa en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA, y en 1936, por sugerencia de Houssay, se profesionalizĂł en el Laboratorio de BioquĂmica de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, dirigido por Frederick Gowland Hopkins, el Premio Nobel de Medicina en 1929 por su descubrimiento sobre las vitaminas. AllĂ el bioquĂmico trabajĂł en colaboraciĂłn con Malcolm Dixon en el ĂĄrea de la enzimologĂa y luego se especializĂł en el metabolismo de los carbohidratos.
Al año siguiente, Leloir se reincorporĂł al Instituto de FisiologĂa desempeñåndose como ayudante de investigaciones en un ĂĄmbito con limitaciones materiales pero que fueron solventadas mediante el entusiasmo y la calidad personal que caracterizaba al grupo de trabajo. RealizĂł investigaciones sobre la oxidaciĂłn de ĂĄcidos grasos en el hĂgado en conjunto con el quĂmico Juan MarĂa Muñoz, y mĂĄs tarde ambos integraron el equipo de Eduardo Braun MenĂ©ndez y Alberto Carlos Taquini para realizar experiencias sobre la formaciĂłn de angiotensina y analizar la hipertensiĂłn arterial.
El grupo comprobĂł que la renina, sustancia liberada por el riñón que estĂĄ vinculada al aumento de la presiĂłn arterial, actĂșa sobre una proteĂna de la sangre que es la que produce en Ășltima instancia la hipertensiĂłn: la hipertensina, luego llamada angiotensina. AdemĂĄs, descubrieron que existe otra sustancia alojada en los tejidos y la sangre, capaz de destruir la angiotensina.
En 1943 se publicĂł el libro âHipertensiĂłn Arterial NefrĂłgenaâ como resultado de todos los descubrimientos que realizaron Leloir y su equipo. La obra, prologada por el mismo Houssay, obtuvo el tercer premio Nacional de Ciencias y fue traducida al inglĂ©s y publicada en Estados Unidos en 1946. Para Leloir, su incursiĂłn en la investigaciĂłn de la hipertensiĂłn fue uno de los perĂodos mĂĄs productivos de su carrera y disfrutaba mucho de la atmĂłsfera profesional y del trabajo en equipo.
A la par de sus investigaciones, Leloir asumiĂł el cargo de profesor de FisiologĂa en la cĂĄtedra del Dr. Houssay, pero en 1943 su mentor fue destituido por razones polĂticas y el trabajo cientĂfico en el Instituto de FisiologĂa se paralizĂł. Leloir renunciĂł a su cargo y viajĂł a Estados Unidos donde primero fue asistente de investigaciĂłn en el laboratorio del matrimonio Carl y Gerty Cori, ganadores del Premio Nobel de Medicina junto con Houssay, investigando sobre la formaciĂłn del ĂĄcido cĂtrico, y luego en el Colegio de MĂ©dicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Finalmente, en 1945 Leloir reanudĂł su actividad cientĂfica de la mano de su colega Houssay, esta vez en el Instituto de BiologĂa y Medicina Experimental (IBYME), un organismo creado mediante el apoyo de fundaciones privadas. Pero en 1947, el empresario Jaime Campomar fundĂł un instituto de investigaciĂłn especializado en bioquĂmica y, recomendado por Houssay, eligiĂł a Leloir para dirigir la instituciĂłn.
Si bien en sus primeros años el Instituto de Investigaciones BioquĂmicas FundaciĂłn Campomar (posteriormente la FundaciĂłn Instituto Leloir) funcionĂł en condiciones poco Ăłptimas, esto no desanimĂł a Leloir. Sus primeros colaboradores fueron Ranwel Caputto, Carlos E. Cardini, RaĂșl Trucco y Alejandro C. Paladini. Juntos iniciaron el trabajo sobre la actuaciĂłn de los azĂșcares formando compuestos denominados genĂ©ricamente nucleĂłtidos-azĂșcares, que mostrĂł rutas del metabolismo no conocidas hasta aquel momento y permitiĂł abrir nuevas investigaciones en todo el mundo, convirtiendo al Instituto en un centro de investigaciĂłn mundialmente reconocido.
Entre los descubrimientos mĂĄs destacados, Leloir y sus colaboradores realizaron importantes estudios sobre la acciĂłn de la lactosa en el cuerpo humano, al igual que dieron con la sĂntesis de galactosa en la glĂĄndula mamaria y lograron comprender el proceso de almacenamiento de los carbohidratos y de su transformaciĂłn en energĂa de reserva, especialmente del glucĂłgeno y del almidĂłn.
Las investigaciones de Leloir siempre se desarrollaron independientemente de las condiciones materiales que sobrellevaba el Instituto por motivo del modesto presupuesto disponible. En lugar de desalentarlo, a Leloir estas circunstancias lo volvĂan mĂĄs determinado y lo desafiaban a usar toda su creatividad para fabricar de forma artesanal parte del complejo instrumental necesario para el laboratorio.
Tras la muerte de Campomar en 1957, el Instituto se quedĂł sin financiamiento y Leloir obtuvo la oferta de emigrar a Estados Unidos para trabajar en la FundaciĂłn Rockefeller y el Hospital General de Massachusetts. Sin embargo, fiel a sus principios, el bioquĂmico decidiĂł quedarse y continuar trabajando en el avance cientĂfico del paĂs. Con el tiempo, Leloir consiguiĂł el financiamiento necesario para sus investigaciones por parte del CONICET, instituto creado y comandado por Houssay, del cual integrĂł su directorio.
Leloir y Houssay compartĂan una misma visiĂłn sobre la investigaciĂłn cientĂfica y el rol que las universidades deben tener en la formaciĂłn de jĂłvenes investigadores. En 1958, el CONICET permitiĂł asociar al Instituto de Investigaciones BioquĂmicas con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA, donde tambiĂ©n se desempeñó como Profesor Titular y dirigiĂł un instituto de las mismas caracterĂsticas.
Estos institutos permitieron atraer a jĂłvenes universitarios a la investigaciĂłn cientĂfica lo que impactĂł positivamente en el crecimiento tanto de los organismos como de la profesionalizaciĂłn de la ciencia argentina. Durante mucho tiempo estos centros de investigaciĂłn recibieron a becarios e investigadores procedentes de Estados Unidos, JapĂłn, Inglaterra, Francia, España y varios paĂses de AmĂ©rica Latina.
AdemĂĄs, Leloir fue jefe del Departamento de BioquĂmica de la FCEyN de la UBA, donde organizĂł la labor de jĂłvenes estudiantes que seguĂan su carrera, presidiĂł la AsociaciĂłn Argentina para el Progreso de la Ciencia y ejerciĂł la docencia en institutos pĂșblicos y privados sin abandonar su cargo como director del Instituto de Investigaciones BioquĂmicas.
El eminente e incansable trabajo que Leloir llevĂł adelante durante sus primeros años de carrera le valiĂł numerosos premios, tĂtulos y reconocimientos de la comunidad cientĂfica internacional. En 1958, Leloir fue el primer investigador en recibir el Premio T. Duckett Jones Memorial otorgado por la FundaciĂłn Helen Hay Whitney de Estados Unidos, en reconocimiento a su trabajo sobre el aislamiento de la sustancia nucleĂłtido-azĂșcar llamada uridina difosfato glucosa (UDPG) y otros derivados de uridina de tejidos vegetales y animales, demostrando que estĂĄn Ăntimamente involucrados en mecanismos sintĂ©ticos en muchas formas de vida.
AdemĂĄs, en 1966, fue galardonado con el Premio Internacional Gairdner de CanadĂĄ que entrega la FundaciĂłn Gairdner en Toronto, en reconocimiento a sus destacadas contribuciones al campo de la quĂmica y el metabolismo de los carbohidratos y, en particular, por su descubrimiento de los nucleĂłtidos de azĂșcar y sus reacciones fundamentales en la biosĂntesis de disacĂĄridos y polisacĂĄridos. Su trabajo impulsĂł nuevas lĂneas de investigaciĂłn sobre la desintoxicaciĂłn de fĂĄrmacos, el metabolismo de los pigmentos biliares y la inmunoquĂmica de las paredes celulares bacterianas y tisulares.
En 1967, Leloir volviĂł a inaugurar una lista de laureados al convertirse en el primer investigador en ser distinguido con el Premio Louisa Gross Horwitz otorgado por la Universidad de Columbia, Estados Unidos, a un investigador o grupo de investigaciĂłn que haya realizado una contribuciĂłn sobresaliente en los campos de la biologĂa o la bioquĂmica. Este premio es considerado uno de los precursores del Premio Nobel.
Al año siguiente, el bioquĂmico obtuvo el Premio Benito JuĂĄrez, otorgado por el gobierno de MĂ©xico y ademĂĄs fue nombrado miembro de la Academia Pontificia de Ciencias de la Ciudad del Vaticano por resoluciĂłn del cuerpo de AcadĂ©micos. AdemĂĄs, Leloir fue condecorado con la Orden AndrĂ©s Bello otorgada por el gobierno venezolano en 1971; la Orden de Bernardo OâHiggins en el grado de Gran Cruz por el gobierno chileno en 1976; y la Orden Nacional de la LegiĂłn de Honor del gobierno francĂ©s en 1968, una de las mayores distinciones de ese paĂs.
La consagraciĂłn de Leloir como Premio Nobel en 1970 provocĂł el interĂ©s de mĂșltiples entidades que dotaron al laboratorio del Instituto con los materiales y el equipamiento necesarios que permitiĂł continuar la labor cientĂfica y la transmisiĂłn de conocimiento para la formaciĂłn de grupos de colaboradores y discĂpulos, lo que condujo a un considerable progreso de la investigaciĂłn bioquĂmica en el paĂs. AdemĂĄs, el bioquĂmico donĂł el monto total de su premio al Instituto para financiar sus investigaciones.
En el orden nacional, Leloir recibiĂł el Premio de la Sociedad CientĂfica, el Premio de la FundaciĂłn Bunge y Born en 1965, y el Premio Kyle, la mĂĄxima distinciĂłn de la AsociaciĂłn QuĂmica Argentina, en 1968. AdemĂĄs, en 1983 obtuvo el Premio Konex de Brillante en la categorĂa de Ciencia y TecnologĂa, y el Diploma al MĂ©rito.
Leloir fue miembro de las mĂĄs selectas academias y sociedades cientĂficas del mundo, incluyendo la Sociedad FilosĂłfica Estadounidense, la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias, la Sociedad BioquĂmica y la Royal Society de Inglaterra, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, la Sociedad Española de BioquĂmica y BiologĂa Molecular, la Academia de Ciencias de Francia, la Sociedad BiolĂłgica de ParĂs y la Academia Mundial de Ciencias.
En Argentina, el cientĂfico integrĂł la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires y de CĂłrdoba, la Academia Argentina de Letras y la Academia Nacional de Medicina. AdemĂĄs, fue presidente de la AsociaciĂłn Panamericana de Sociedades BioquĂmicas.
Leloir publicĂł mĂĄs de 200 trabajos en prestigiosas revistas cientĂficas de nivel nacional e internacional. Entre los mĂĄs destacados, ademĂĄs de su tesis doctoral, se encuentran âFarmacologĂa de la Hipertensinaâ (1940), âPerspectives in Biologyâ (1963) y âRenal Hypertensionâ (1964).
TambiĂ©n recibiĂł tĂtulos honorĂficos de las universidades de Granada (España) y ParĂs (Francia), asĂ como de TucumĂĄn y La Plata. En 1968, obtuvo el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de CĂłrdoba, y en 1984 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.
MĂĄs allĂĄ de la ciencia, Leloir interactuĂł en una oportunidad con la gastronomĂa. En 1925, mientras vacacionaba en las costas argentinas, almorzĂł con sus amigos en el comedor del Mar del Plata Golf Club, donde, guiado por el aburrimiento y su distintiva curiosidad, mezclĂł iguales cantidades de mayonesa y kĂ©tchup, junto con unas gotas de coñac y salsa Tabasco, que dio como resultado un acompañamiento ideal para las gambas que siempre solĂan comer. Desde entonces, a Leloir se le atribuyĂł el invento de la salsa golf.
En 1943, antes de exiliarse a Estados Unidos, Leloir se casĂł con Amelia ZuberbĂŒhler con quien tuvo cuatro hijos.
Luis Federico Leloir falleciĂł el 2 de diciembre de 1987, a los 81 años, en la ciudad de Buenos Aires por un ataque al corazĂłn. Fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta y el dĂa del sepelio se declarĂł luto nacional.
Antes de su muerte, Leloir inaugurĂł el nuevo edificio para el Instituto de Investigaciones BioquĂmicas ubicado frente al Parque Centenario, en la Ciudad de Buenos Aires, al que afluyeron una gran cantidad de estudiantes, becarios e investigadores que deseaban desempeñarse allĂ. Posteriormente, en 2001 el Instituto fue renombrado FundaciĂłn Instituto Leloir en homenaje al bioquĂmico y es uno de los lĂderes de la producciĂłn de conocimiento en ciencias de la vida en Argentina.
Aunque la carrera de Leloir estuvo fuertemente marcada por la figura de Houssay, el bioquĂmico logrĂł destacarse por su austeridad, su sencillez y modestia, y con su trabajo disciplinado, permanente curiosidad intelectual y legĂtimo amor por la verdad, llevĂł a la ciencia argentina a la cima.