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Ana María Parma, la bióloga argentina distinguida por su labor en el manejo sustentable de la pesca

Ana María Parma es una bióloga e investigadora argentina reconocida a nivel mundial por su experiencia en el estudio de la dinámica poblacional, evaluación y manejo adaptativo de pesquerías, así como por su asistencia y trabajo en la Comisión para la Conservación del Atún Rojo del Sur, que la condujeron a forjar una destacada carrera profesional en el campo científico y la preservación de los recursos pesqueros.

Parma es Investigadora Principal Ad-Honorem del CONICET y se desempeña en el Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos (CESIMAR) del Centro Nacional Patagónico (CENPAT), donde aborda el estudio de la pesca desde diferentes ángulos. Sus líneas de investigación se centran en dimensiones técnicas como las evaluaciones de poblaciones de peces, modelación y diseño de reglas efectivas de control de captura, y dimensiones institucionales como la toma de decisiones y la gobernanza pesquera.

Las investigaciones de la bióloga sobre pesca de arrastre de fondo, una actividad que aporta alrededor de 19 millones de toneladas de peces e invertebrados anualmente y representa una cuarta parte de los desembarques marinos salvajes a nivel mundial, lograron desmitificar los efectos negativos de esta práctica en el lecho marino al demostrar que, con una gestión controlada y adecuada, el impacto ambiental es leve y la huella de carbono es baja.

A lo largo de su carrera, la Dra. Parma ha trabajado en el desarrollo de modelos y estrategias de explotación en pesquerías, en la gestión y participación de las partes interesadas, y en el análisis de los impactos ecológicos de la explotación de los recursos marinos. Su extenso conocimiento del sector pesquero a la par de su constante dedicación y contribución al avance y la aplicación de la ciencia a los desafíos críticos de la conservación, la llevaron a obtener importantes reconocimientos internacionales.

En 2024, la Sociedad Estadounidense de Pesca (AFS, por sus siglas en inglés) le otorgó a la Dr. Parma el Premio Internacional de Ciencias Pesqueras (IFSP, por sus siglas en inglés) por sus aportes científicos a la preservación de los recursos pesqueros a nivel global. La bióloga recibió la medalla y pronunció un discurso plenario en el 9º Congreso Mundial de Pesca celebrado en Seattle, Estados Unidos, donde se reunieron más de 1500 expertos internacionales para discutir sobre pesca marina y de agua dulce en todo el mundo.

La AFS es la sociedad científica pesquera más grande y antigua del mundo, cuya misión es mejorar la conservación y sostenibilidad de los recursos pesqueros y los ecosistemas acuáticos mediante el avance de la pesca y las ciencias acuáticas y promoviendo el desarrollo de los profesionales de la pesca.

Parma nació en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, y creció en una pequeña casa a orillas del río donde disfrutaba de actividades acuáticas como el remo y vela, elementos que más adelante orientarían su profesión. En el colegio era muy buena en matemáticas pero no estaba segura de cómo pondría esa disciplina al servicio de la sociedad. Finalmente, en 1977, Parma se licenció en Botánica en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP).

Al principio, su intención era dedicarse al estudio de las algas marinas desde una perspectiva de gestión de recursos importantes para el desarrollo del país, pero terminó enfocándose en el campo de las pesquerías cuando trabajó como investigadora en el Instituto de Biología Marina y Pesquera Almirante Storni ubicado en San Antonio Oeste, en la provincia de Río Negro, donde aprendió sobre la gestión pesquera por medio de la experiencia.

En búsqueda de una formación específica en el campo pesquero, Parma aplicó para una beca y en 1983 viajó a Estados Unidos, se formó en el Centro de Ciencia Cuantitativa en Pesquerías de la Universidad de Washington, donde se instruyó en temas cuantitativos como modelaje, dinámica poblacional, estadística y uso de datos complejos, y en 1989 se doctoró en la misma casa de estudios con una especialización en pesquerías.

Tras graduarse, trabajó durante diez años como investigadora de la Comisión Internacional del Halibut del Pacífico (IPHC, por sus siglas en inglés) en Seattle, Estados Unidos, donde estuvo a cargo de la evaluación de estrategias de explotación de la pesquería de halibut del Pacífico (Hippoglossus stenolepis) y elaboró numerosos reportes para el Consejo Nacional de Investigaciones de Estados Unidos.

En 2001, Parma regresó a Argentina y se radicó en Puerto Madryn, Chubut, donde se incorporó al CENPAT como investigadora del CONICET. Allí comenzó a involucrarse con las pesquerías artesanales locales al desarrollo de estrategias de gestión de los recursos costeros, enfocándose principalmente en animales relativamente sedentarios como moluscos bivalvos, peces de arrecife y otras criaturas que habitan en el fondo marino.

La misión de Parma consistió en la interfase entre la ciencia y la gestión pesquera, contribuyendo con procesos científicos transparentes que facilitaron la toma de decisiones en el manejo de la pesca. Desde esa posición, la bióloga ha realizado investigaciones pioneras en pesquerías de pequeña escala de Sudamérica y sus contribuciones tuvieron un importante alcance local, regional e internacional.

En 2003, Parma recibió apoyo financiero a través de la beca Pew en Conservación Marina que le permitió abordar las problemáticas de las pesquerías artesanales y prestar apoyo a los administradores pesqueros con los desafíos analíticos y de conservación para los cuales la reglamentación convencional no era aplicable.

La bióloga estudió cuatro pesquerías: una de vieiras en pequeña escala empleando buzos en la Península Valdés en Argentina; una gran pesquería de erizos de mar en Chile que emplea aproximadamente a cuatro mil buzos que pescan en cientos de bancos dispersos en un laberinto de fiordos e islas; una pesquería industrial de camarón a gran escala frente a la Patagonia; y una de buceo en Chile de “loco”, un caracol carnívoro que superficialmente se parece al abulón.

El papel de Parma y su equipo fue fundamental para reunir por primera vez a dos agencias gubernamentales, Turismo y Pesca, en el mismo consejo asesor, lo que devino en la creación de reglas de operación, una declaración de misión y otras orientaciones y procedimientos de supervisión.

Además, en 2008 la bióloga fue seleccionada Becaria de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation de Estados Unidos, destinada a investigadores que “han demostrado una capacidad excepcional para un aprendizaje productivo y una gran promesa para sus proyectos futuros”, lo que le permitió continuar desarrollando su línea de investigación.

Debido a su trayectoria como investigadora, la Dra. Parma ha participado en muchas instancias de asesoramiento sobre políticas, así como en grupos de expertos y comités de evaluación de organizaciones nacionales e internacionales.

En la Patagonia, ha participado en grupos técnicos que se encargan de asesorar al Estado en materia de gestión de pesquerías artesanales dentro del Área Natural Protegida de Península Valdés. También forma parte del Consejo Asesor Científico de la iniciativa Pampa Azul y es coordinadora del Grupo de Trabajo Golfo San Jorge y Sistema Frontal Norpatagónico, organizaciones dependientes del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

En el ámbito internacional, Parma ha participado como experta independiente en varios comités científicos, paneles de revisión y conferencias en distintos foros de investigación. Fue integrante del Consejo Asesor del Instituto Sudamericano para Estudios sobre Resiliencia y Sostenibilidad (SARAS, por sus siglas en inglés) de 2007 a 2016, y del Consejo Directivo de la organización The Nature Conservancy entre 2013 y 2022. Además, fue miembro del Comité Científico del WorldFish Centre y ha participado del panel asesor de científicos independiente de la Commission for the Conservation of Southern Bluefin Tuna (CCSBT).

Uno de sus trabajos más destacados fue su rol preponderante en la Comisión para la Conservación del Atún Rojo del Sur, donde desarrolló e implementó una exitosa estrategia de recuperación de stock, demostrando una gran habilidad tanto para la evaluación y gestión pesquera como para la aplicación del saber científico.

Parma ha publicado más de un centenar de artículos en revistas nacionales e internacionales y capítulos de libros, y ha integrado los consejos editoriales de las revistas de investigación pesquera más prestigiosas del mundo, formando parte del Consejo Editorial de la revista con referato Fish Biology and Fisheries dirigida por la editorial líder mundial en investigación Springer, que publica artículos originales y de revisión sobre diversos aspectos de los peces y la biología pesquera.

En reconocimiento a su labor comunitaria en el mejoramiento de las condiciones de trabajo a través de la investigación de métodos sustentables de pesca artesanal, en 2021 la Dra. Parma recibió una distinción de la Asociación de Pescadores Artesanales de Puerto Madryn por su desempeño en el CESIMAR.

En 2022, la Dra. Parma, en colaboración con otros investigadores, publicó el libro “La Pesca Artesanal en Argentina: caminando las costas del país”, donde profundiza su investigación sobre la gestión de las pesquerías artesanales y realiza un recorrido por la historia del país como nación productora, exportadora y consumidora de pescado.

El libro surgió a partir de un trabajo que la investigadora y su equipo realizaron para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), donde Argentina fue uno de los países seleccionados entre más de cincuenta en todo el mundo, con el objetivo de analizar cuál era la contribución de la pesca artesanal a la actividad pesquera industrial.

Más allá de sus logros y reconocimientos, Parma es destacada, según sostienen sus colegas, por ser una compañera solidaria y una mentora capacitada, con una rara combinación de habilidad interpersonal y habilidad técnica, siempre dispuesta a escuchar, a enfrentar los desafíos y a dar lo mejor de sí misma.

Parma se involucra constantemente con los trabajadores de pescaderías locales al igual que tiene un compromiso incondicional con la educación y la formación de nuevos científicos, con el propósito de generar las bases de conocimiento necesarias para que la explotación de recursos del país pueda desarrollarse de manera sostenible.